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Por
el mundo iremos
colocando
tu nombre entre los surcos y las calles
para
que nazcan nuevas ramas
sábanas
limpias
dulces
augurios
brazos
en las noches.
Lo
subiremos al monte
lo
bajaremos al fondo de las grutas submarinas
lo
sembraremos en los ojos enfermos
y en
las manecillas de los relojes desesperados,
lo
depositaremos con cuidado en las gavetas de las oficinas,
envuelto
en una cajita de regalo con su moño carmesí.
No
tendrá fin tu nombre en nuestras manos.
De:
“Un nombre con olor a almizcle y a gardenias”
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