Oídos
sordos
Miraba
sus labios:
subían,
bajaban,
movían
las palabras.
Me
dijo:
un
amor conjugado en pretérito
no
vuelve a dejarse suceder.
Yo
escondí mis ojos
y
eché un vistazo atrás:
Cuatro,
seis, diez, doce… —dije—.
Prefiero
contar besos antes que abandonos.
De:
“Lagrimacer o el acto de derramarse”
No hay comentarios:
Publicar un comentario