martes, 6 de diciembre de 2022

JAVIER RUIBAL

 

 


Coraza de barro

 

 

Sentarse en la cima y no sentir nada,

subir y subir, quedar sin respiro;

el pecho contiene incontables recodos

y un lastre de lodos y heridas insanas

minaron trayectos, cegaron pasajes,

dejaron su poso de amargos humores.

No te alcanza el aire porque ya no puede

saltar los escollos, romper los anclajes,

perdió en el trayecto su impulso primario.

No fueron los años, no es cosa del tiempo,

es sólo que vives y vives en riesgo

de agotar tus fuerzas en falsas batallas,

combates librados contra un espejismo

que azota y que duele por más que no exista

otro contrincante que no seas tú.

Guardaste del daño memoria indeleble

por toda defensa, coraza de barro,

carne, desgarro y escalofrío.

Así, llegado al punto más alto,

no te conmueve la inmensa belleza

ni te sobrecoge la vista sublime,

el justo trofeo que premia el esfuerzo;

dudas si fue una locura,

un delirio más de tu cabeza,

sentado en la cumbre, exhausto y vacío.

 

 

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