tomaré
las manos blancas
de la lluvia
para correr con ella
a todas partes
tejer en ramas tibias
nidos de
remolinos y frescura
perderme en arenas
de las arenas dentro
filtrarme ahí
poco a poco en lo profundo
donde el silencio se escucha de otra forma
como gorjeo carnal que se
lamenta
sollozo amable y delicado
que ahogado persiste
un solo llorar para poder crecer
enredadera
de nutridas curvas
volver a ser
cuerpo exacto
vivir
en lo que nos da forma y desintegra
lo que nos ama en nube polvo
o semilla
lo que nos vibra y decanta
en la comisura de la palabra
en el torrente de mariposas
aún colgadas de su crisálida
promesas
que no piden luz a la sombra
porque conservan de la oscuridad
el brillo
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