Piromanía
Miré
la Capilla Sixtina,
hice
una parada como un florete
en
segunda y tercia
y me
dije:
¿Cómo
no hacerlo?
Hice
perder la cabeza de un cerillo.
El
lugar se calentó
como
los cristales de un invernadero.
Las
brasas chisporroteaban,
las
ventanas caían
como
si nada las tocara.
Mientras
le echaba más leño al fuego,
cerré
mis párpados para aspirar
mejor
el sahumerio.
El
chisme se esparció
como
matojo rodante.
En
las calles
los
hombres mascullaban
y
las mujeres rezaban,
mientras
yo sonreía
como
un anciano
se
ríe sin malicia de un niño.
No hay comentarios:
Publicar un comentario