El
sueño
Porque
los sueños en crudo son, al menos en mi caso, materia incognoscible: apenas me
despierto, el sueño se resquebraja poco a poco hasta que, primero, pierde
sentido, y luego desaparece.
El
sueño es soluble a la conciencia. El sueño es un nido de arañas, inquieto y
ensimismado. El movimiento de las arañas produce, como en un calidoscopio de
pelos y patas, las imágenes del sueño. Pero al volver en mí se activa un
mecanismo que las alerta. Las arañas dejan de ser un solo cuerpo y huyen
despavoridas, solas o en pequeñas familias, emigran a la tierra de irás y no
volverás. Se dan generaciones, eso sí, de arañas parsimoniosas. Entonces,
gracias a su lentitud, mantengo el recuerdo fragmentado de mis sueños hasta el
mediodía.
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