Noche de sueños
Yo sé a quién amo: sé que no me engañan
los
fragmentos de sueños sucesivos
que
aletean perdidos en la oscura
mañana
en que despierto cada día
y
que recojo con mis manos torpes:
en
ellos vuelvo a verte, celebramos
un
nuevo nacimiento del amor,
nos
separamos mientras tu mirada
se
adhiere, frágil y orgullosa,
a la
mía como tantas otras veces.
Siento
tu lengua en besos
que
antes no sabías darme, acaso
porque
ahora te invento como quise que fueras
o
porque has aprendido, en este tiempo de ausencia,
a
besar con el otro para hacerlo
mejor
ahora conmigo, dejando que tu lengua
se
enrede lentamente con la mía,
retirándola
luego sin rudeza y entregándola
una
vez más, más húmeda, con todo
el
ardor que has guardado, si los sueños no engañan,
en
todos estos meses para mí.
Un
patio de colegio, una parada
de
autobús en donde tres, cuatro personas
depositan
de pronto un cadáver de rostro
desfigurado,
acaso el del amor
que
ha muerto y del que huimos
cogidos
de la mano hacia una nueva vida.
Amar
es olvidar
la
vida sin amor que fue como la muerte.
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