Hacedor de laberintos
El
hombre siempre se detiene ante las puertas,
escruta
alrededor
con
silenciosa verticalidad,
sin
más sabiduría
que
un manojo de llaves y sus manos.
Su
rostro oculta
la
cara y el revés de una misma moneda.
Presiente
al mundo
y en
él se sostiene,
respirando
fuerte hasta llenar sus pulmones
como
dos habitaciones vacías sin ventanas.
Así
pasa la vida, puerta tras puerta,
descifrando
un horizonte
que
secretamente lo acompaña.
De: “Al margen de las hojas”
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