Je reviens
A mi madre,
presente en la ausencia.
En
esta ciudad gris,
a tantos años niebla
de tu sol y el mío,
de los vientos de octubre y los bananos,
de la tienda de dulces de la esquina,
de la sombra y frescura de la sala
con los muebles azules y el reloj
cargados de recuerdos desde siempre.
Con tu inmensa presencia
que está en todas las cosas esperándome.
¿Y
sabes cómo he hallado
más pura la memoria?
He comprado un perfume pequeñito
como uno que tenías
y aromabas de ti.
Se adaptaba a tus gestos y a tus ojos,
a tu silencio grave, a tu dulzura.
Y de ti salía perfumado
a aromar la ciudad y el cielo azul
y quedarse por siempre en el recuerdo.
Y
hasta esta otra ciudad, gris y lejana,
te la has apoderado
impregnando las cosas
con el olor que diste a tu perfume
y que me he puesto yo tras de la oreja,
desde donde vigila
y me sopla al oído
las cosas hechas tú por su milagro.
Desde
donde me dice que es posible encontrarte
tan lejos de ti misma
y que en todo está el roce de tu mano,
a tantos años niebla de tus ojos,
a tanto tiempo pena de tu ausencia,
a tanto mar tendido entre nosotras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario