sábado, 19 de julio de 2025

FRANCISCO VÉJAR

 


 

Lo que olvidé antes de partir



Soy el doble que alguien ve en la multitud
a la hora del vértigo: peso y cielos desfallecientes.
Pero cualquier cosa es motivo de alborozo;
un payaso, un organillero, el crujido de una hoja,
cuando nos preguntamos para qué esperar tanto
si las nubes caen como fuegos artificiales
y yo, pantalones de pana y chaqueta de cuero,
en los bolsillos llevo un libro y una petaca
y sueño hundir mis suelas en la arena de la playa
tal si fuera el parque en donde ahora camino
entre el murmullo de un sin fin de personas
cuando Santiago de despoja de sus máscaras.

Cualquier cosa debería contentarnos;
el vapor de una taza de café,
los círculos imaginarios que haces volar en el aire,
una postal llegada desde Europa.
Este parque se parece a una ciudad cautivante
como si sus desperdicios se esfumaran ante tu mirada.
En tanto, dejas correr ríos sobre la mesa de algún restaurante.

Hay algo subterráneo en Santiago,
rostros inimaginables, muchachas rapadas, ciegos;
seres que como nosotros creen alejarse por un instante
del frío, del miedo y de la muerte.

 

 

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