Voy
a beberme hoy
todo
el semen del mundo como un miedo.
Venga la flor letal, el triste polen,
la venenosa pulpa de la tarde,
toda la entraña dulce con su pus madurada.
Quiero todos los besos, las manzanas,
en un río de bocas sumergirme los pulsos,
crepitar en el viento de la sangre y el tacto.
Nadar sobre un vahído de trébol y saliva
con millares de jugos hiriéndome las uñas,
con virus como espadas volándome el silencio.
A mí todos los lobos, las vísceras, las grietas,
toda la furia, el lodo,
los vampiros que crecen
una lengua de uvas al olvido.
Y en mí todas las llagas, pústulas, serpientes,
mordeduras del sol y las cenizas,
porque quiero asfixiarme con la espuma más negra,
renacer con un trino más doliente que acero.
Dadme todas las ciénagas, palomas,
los sombríos más blandos que despuntan al alba,
dadme el sexo más gris de las estrellas,
la carne más amarga para esta elegía
que se abraza a la luz como a un patíbulo.
De: “Paranoia
en otoño”
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