Decirte
A ti
que
en
la noche del sueño
recibiste
el don
de la
visión
Decirte
el
paso del tiempo
el
sabor
de
la fruta
precoz
de la
temporada
que desaparece
en
la garganta
de
una niña
a una
edad incierta
con
una mente soñadora
que
no se puede nombrar
sin
embargo, ella
porque
ella es
también
Quién
mira
edificio
15
pisos
fachadas
desde
la ventana
desde
su habitación
buceando
en la oscuridad
los
trenes pasan
uno
tras otro
los
trenes pasan
en
su camino
de
hierro
uno
tras otro
la
espalda cargada
de
mercancías
de
sueños
de
mercancías
de
soles
de
mercancías
de
estrellas
de
mercancías
arrancadas del
abismo
del
tiempo
de
los sueños
de
mercancía
que se
van
en
la noche
como
efímeras
después
de una temporada
de
amor
Tu
mano
se
extiende
generosa
en mi
pecho
Oh
mi amor
tu
lengua
tiene
el sabor
de la
brisa
de
la tarde
Oh
mi amor
Quería decirte
sol
triste
levántate
levántate
antes
de que el día
se
encienda
La
llamábamos tierra adentro
cuando
aún vivíamos
en
el mundo
solíamos
llamar a todo este verde
toda
esta vida
interior
reino
de los olvidados
territorio
que el conocimiento poblaba de mitos
y leyendas
territorio
del vientre
gruta,
vagina abierta de mujer
de
dónde viniste un día
para
crear el mundo, tu mundo
Te
irás
cuando
el fuego del mediodía
fuego
de sabana que diezma la hierba seca y amarilla
te
haya quemado las alas
todavía
marcada, la noche anterior, por la vacilación
¿Por
qué, no fuiste a decirle?
Que el
olor de su cabello aceitoso
te
acompaña
hasta
en el sueño
hasta
lo más profundo de tu ser
donde
siempre lo encuentras sentado en la hierba
acariciando
con una mano ligera las flores blancas
que
tiemblan de felicidad
¿Por
qué no fuiste a decirle?
los
secretos de la luna de plata
que entre
dos bostezos
te confían cuando lo miras internamente
y le
preguntas
si
él también piensa en ti.
Versión
de Mariela Cordero
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