¡Ha
llovido tanto, tanto…!
El jardín se ha inundado, sí.
Quedaron la inmensa arena,
las piedras.
Tantas
que jamás podría recogerlas.
¿Y para qué? Que queden así,
caídas, como canteras,
rupturas,
para
que alguien,
más adelante,
recuerde todas, todas
nuestras más íntimas
ruinas.
.
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