Eucalipto
Por más que la panadería en la salida del pueblo
no se resigne en exhalar un rico perfume
de distintos grados de tueste mezclados
con la dulzura del fermento
la
nariz de quien en serpentinas sube
hasta el farol de pronto se siente
invadida por un aire mentolado
una nube guerrera de resina fresca
la
impronta del eucalipto que ya en el camino
hacia la playa entre helechos y hongos se pierde
con el tufo de los relictos de aquellos
que aliviaron ante la larga fila del baño.
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