Canción
de amor
Una
mujer, un vestido rojo,
han entrado con un hacha en mi casa y mi oficina,
talando los viejos hábitos, aquellos amores
sembrando a toda prisa sus árboles,
porque mi propio corazón es una pradera
llena de girasoles
que repiten las líneas de su rostro.
Ella
ameniza mis mañanas y mis noches.
Sin ella
¿cómo pude vivir durante treinta y nueve años?
Fui marino sin brújula,
pues ella y solamente ella,
su saya roja, su pulóver azul,
las medias que le esconden la piel,
están grabados delante de mis ojos,
me ocultan las letras del periódico,
las hojas de los árboles,
y las paredes nuevas que pintan los obreros.
Tomar
contigo una cerveza,
vivir bajo tu mismo techo mientras cocinas la sopa,
tomar un ómnibus a tu lado,
me compensan las molestias de la vida:
el dentista, el miedo a la muerte,
la piedra dentro del zapato, una canción sin amor.
La
vida a tu lado
son muchas manzanas, un carrusel,
ángeles tocando el piano,
niñas con pelotas y flores,
ancianos en un jardín escuchando a Vivaldi.
De: “Libro
de buen humor”
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