Testimonio
Las verídicas piernas
de un mamey tierno
me hacen cosquillas en el hueco del hambre
cuando mis padres aúllan por el deseo.
Un dedo pinta innumerables puertas de amistad
en los dominios estrictamente prohibidos
a los netamente naturales peces del aire.
Colándose en las entrañas un dolor tremendo
cunde en estos días que tenemos sarna
y nos acostumbramos a rascar las mentiras.
Esta noche tendré que contar las historias
de las hormigas que preñan a esos hombres
que gustan de tristezas. Este será mi testimonio.
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