Abril
no era tan cruel…
Abril
no era tan cruel,
tenía
las
manos suaves
y
yo era de aire
y
tú
postigo
febril.
Era
tan nuestro
que
parecía vivir de mirarnos.
Qué
sed de invento.
¿Cómo
creer que algo tan frágil
no
fuera de abril?
Ahí
donde esas luces
se
quedan prendidas,
un
invierno sin Dios se levantaba
lleno
de rabia,
pensando
que era abril,
que
era la hora
que
era tiempo de morir.
De: Para que partan los
pájaros
Traducción de Felipe
Sentelhas
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