Crepúsculo
No
sé cuál fue el momento
ni
la hora amor,
en
que empezó este crepúsculo,
este
atardecer que duele,
esta
paloma que aparece en mí
como
un fantasma entre las sombras
y
me tienta a probar un nuevo trigo,
a
botar este cansancio
de
sueños eternos,
esta
necesidad
de
llenar de nuevo el cántaro
para
mojar un poco mi garganta.
Ya
no quiero más
el
silencio de este grito
que
me aturde
que
me acosa
que
me tienta.
Este
camino de hojas secas
que
ardo en desandar
descalza,
con
mis sandalias a cuestas
y
sin ropas,
identificándome
proyectándome
así
como quien dice:
se
está yendo
está
volando.
Quiero
tal vez
estrenar
pensamientos,
lustrarme
el cerebro,
perder
el recuerdo,
atarme
al cuello
unos
girasoles bien abiertos
y
convertirme en libélula
sin
ataduras
transparente
cósmica
¡infinitamente
libre!
No
sé cuál fue el momento
ni
la hora amor,
pero
ahí anda rondando
acechando
susurrando…
como
quien dice:
ya
casi
está
volando.
Así
como la cascada
jamás
es dueña del agua,
eso
es,
como
el agua de la cascada
que
pasa y pasa
sin
detenerse,
que
jamás vuelve,
que
jamás regresa.
Así
amor,
ingrato
amor,
he
comenzado
nuevamente
a irme.
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