miércoles, 13 de noviembre de 2013

GLEYVIS CORO





El amor propio



Pobre de quien perdió la cuenta de las veces que lo abandonaron y ahora sólo le pesa lo vago –la huella inexacta– de aquel error sin número que no dejó de doler u ocurrir porque lo dejara de contar. Dichoso el que conservó su elegancia, manejó sin titubeos la nave de la vida y ahora nada le pesa, sino que lo cuenta, con impetuoso entusiasmo, al círculo de sus parientes. Yo no fui como ellos. Me abandonaron y abandoné en proporciones idénticas. Choqué contra otras naves la nave de la vida, y si el daño no fue recíproco y me hirieron más, no me quejo, porque todo lo que me pegó con saña, le hizo bien a mi poesía.


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