jueves, 3 de abril de 2014

ENQUILLO SÁNCHEZ



Artesanía


 
Este hombre hacía
nísperos, manzanas de almíbar,
claveles del color de la tarde,
santos de palo cuyo único
milagro era la belleza;
palomas de espuma,
muñecas de azúcar o guarapo,
goletas de canela o cabuya
para mares de música,
llenos de barquillas,
buzos, girasoles.
Podía hacer
que el sueño de los niños
cupiera en un pétalo,
o que la tristeza concluyera
como concluye un güiro:
en danzas de flor y de acordeón.
Este hombre apareció,
cuando más leve fue la madruga,
en esta cuneta
que él pobló de enredaderas.
Con su muerte
concluyen los prodigios.


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