La
mujer y la creación
En
el principio brumoso
no
había nada.
Dios
creó a la mujer
de
trocitos de alga marina,
con
pies de roca volcánica
y
pensamientos profundos.
Esta
fue preñada
por
el espíritu
de
los vientos siderales
que
recogió en las galaxias
polvo
de estrellas
y
sales magnéticas.
Esta
mujer concibió en su seno
un
par de seres
mujer
y hombre,
con
hambre de vida
y
según los matices del día y de la noche
les
fue dando distintos matices a su piel.
Cuando
llegaron a ser adultos
irremisiblemente
se atrajeron.
Juntaron
sus pechos en revuelo
de
besos, caricias envolventes
y
el sudor de ambos se volvió uno mismo.
Como
tu sudor y mi sudor,
transparente,
tibio,
corriendo
en nuestros cuerpos
después
de la batalla sideral.
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