Vivas estamos
A Michele, a Daisy, a mis hermanas poetas.
Vivas estamos
sobre su memoria.
I
La
osadía intelectual
de
la adoradora de la diosa blanca,
Virginia
Woolf, preparando el rito,
la
palabra mágica, invocadora
del
andrógino ordenador del caos.
Sólo
en sus manuscritos la armonía
bajo
el bombardeo a su casa
en
Taviostod Square.
Ella
escribiendo:
“Gotas
de sudor en la frente
de
la señorita La Trobe ”,
presagio
de su propio fin:
Todo
está consumado,
“La
vejez es el camino
natural
hacia la muerte”
y
se sumergió con serenidad
en
las apacibles aguas del Ouse.
II
Poco
le duró el sueño a Silvia Plath.
Apresada
en lo doméstico.
Aturdida
entre la libertad y el desamparo.
Expuesta
como bebé desangrado
para
ser arrastrado por el mar.
El
alma columpiada:
Eros
o Tánatos hasta sucumbir,
el
día preparado con la rigurosidad
de
un orfebre,
cuando
de rodillas
metió
su cabeza rubia
en
el horno de la estufa de gas.
III
Alfonsina,
apasionada,
consciente
que ningún canto
sería
más alto que su propia vida de mujer,
se
defendió con torrentes de carcajadas
que
la llevaron hasta el llanto
y
amó hasta la consumación de sus días.
¡Tanto
fuego, sólo las olas
del
mar de La Plata
pudieron
aplacar!
Vivas
estamos sobre su memoria.
Inolvidables
hermanas que nos precedieron.
Poetas,
criaturas agónicas, sobrevivientes,
¡Triunfalmente
vivas estamos sobre su memoria!
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