lunes, 1 de septiembre de 2014

ENRIQUE LARRETA


 

Las bolitas

  

Y, entre todas, aquélla, la del buque anegado.
Submarino fantasma. Yo veía un terrible
pulpo que caminaba con lentitud horrible
sobre los esqueletos y el tesoro volcado.

Visiones tan extrañas y otras que habré olvidado,
más allá de lo que es imposible o posible,
formaban ante mí, dentro de su irrisible
gota, las esferillas de vidrio iluminado.

Linterna de otro mundo que nos sigue un momento.
La infancia es todavía prevalecer divino.
¡Ah! Poder perpetuar sin fin su azoramiento,

sus alucinaciones. ¡Oh fresco torbellino
de las hadas silvestres! ¡Oh lumbre de Aladino!
¡Oh nave de Simbad! ¡Oh mi tapiz de viento!

 

 

 

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