lunes, 1 de septiembre de 2014

JULIÁN DE CASAL

 


1. A la belleza

 

¡Oh, divina belleza! Visión casta
     de incógnito santuario,
ya muero de buscarte por el mundo
     sin haberte encontrado.
Nunca te han visto mis inquietos ojos,
     pero en el alma guardo
intuición poderosa de la esencia
     que anima tus encantos.
Ignoro en qué lenguaje tú me hablas,
     pero, en idioma vago,
percibo tus palabras misteriosas
     y te envío mis cantos.
Tal vez sobre la tierra no te encuentre,
     pero febril te aguardo,
como el enfermo, en la nocturna sombra,
     del sol el primer rayo.
Yo sé que eres más blanca que los cisnes,
     más pura que los astros,
fría como las vírgenes y amarga
     cual corrosivos ácidos.
Ven a calmar las ansias infinitas
     que, como mar airado,
impulsan el esquife de mi alma
     hacia país extraño.
Yo sólo ansío, al pie de tus altares,
     brindarte en holocausto
la sangre que circula por mis venas
     y mis ensueños castos.
En las horas dolientes de la vida
     tu protección demando,
como el niño que marcha entre zarzales
     tiende al viento los brazos.
Quizás como te sueña mi deseo
     estés en mí reinando,
mientras voy persiguiendo por el mundo
     las huellas de tu paso.
Yo te busqué en el fondo de las almas
     que el mal no ha mancillado
y surgen del estiércol de la vida
     cual lirios de un pantano.
En el seno tranquilo de la ciencia
     que, cual tumba de mármol,
guarda tras la bruñida superficie
     podredumbre y gusanos.
En brazos de la gran Naturaleza,
     de los que huí temblando
cual del regazo de la madre infame
     huye el hijo azorado.
En la infinita calma que se aspira
     en los templos cristianos
como el aroma sacro de incienso
     en ardiente incensario.
En las ruinas humeantes de los siglos,
     del dolor en los antros
y en el fulgor que irradian las proezas
     del heroísmo humano.
Ascendiendo del Arte a las regiones
     sólo encontré tus rasgos
de un pintor en los lienzos inmortales
     y en las rimas de un bardo.
Mas como nunca en mi áspero sendero
     cual te soñé te hallo,
moriré de buscarte por el mundo
     sin haberte encontrado.

 
De "Bustos y Rimas"

 

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