A
estas horas
A
estas horas,
mientras él duerme,
yo, debatida, ignoro su sollozo,
acomodo mis memorias
en un orden aleatorio para que el fin,
audaz y trotamundos cambie en mi benevolencia,
para viajar a otros mundos,
donde otros rostros rasgados,
con almas antiguas me acopasen a sus cantos,
arrullando mi sonreír cansado y estrepitoso,
porque ahora pertenezco a nada,
con nadie a mi constado,
sola,
abandonada de ti y de toda mi ternura,
castos paso de mi alma que vagan
y se regocijan creyendo que por fin son libres,
pero no,
al contrario,
jamás han sido más presos que ahora,
puesto que no llevo bajo mi manga
el as perfecto que le dé fin a mi tortura.
mientras él duerme,
yo, debatida, ignoro su sollozo,
acomodo mis memorias
en un orden aleatorio para que el fin,
audaz y trotamundos cambie en mi benevolencia,
para viajar a otros mundos,
donde otros rostros rasgados,
con almas antiguas me acopasen a sus cantos,
arrullando mi sonreír cansado y estrepitoso,
porque ahora pertenezco a nada,
con nadie a mi constado,
sola,
abandonada de ti y de toda mi ternura,
castos paso de mi alma que vagan
y se regocijan creyendo que por fin son libres,
pero no,
al contrario,
jamás han sido más presos que ahora,
puesto que no llevo bajo mi manga
el as perfecto que le dé fin a mi tortura.
Yo
nací despierta,
con ambos brazos rotos,
con ambas piernas cercenadas,
con los labios tiesos y apagados,
pero nadie lo noto,
solo yo,
mas no llore,
eso me era imperdonable,
ya que yo yacía dentro de mí,
enterrada,
fugitiva de mis propios pensamientos
incautos y precoces,
fui una niña tierna,
alumbrada y febril,
pero eso no cambiaba nada,
seguía estando mi ser opaco presente todo el tiempo,
detrás de mí ojo izquierdo,
feroz,
debatido entre el exterior y los adentros de mi memoria,
abra de salir algún día,
me decía frente al espejo,
mas no lo deseaba,
eso era prohibido,
ya que si mi madre lo notaba entonces todo acabaría,
las tardes cálidas,
los amorosos abrazos,
todo,
y comenzaría el caos,
el hastió perpetua,
la falta de todo y las ganas de nada,
por eso sigo así,
escondida,
flagelada tras el rostro que me nombran,
y él,
la espina acertada,
el único que acaricia mis adentros,
el holocausto más hermosos de mi encrucijada,
él se ha ido,
¿a dónde?,
lo sé pero lo ignoro,
es tan complejo,
tan autoritario y cobarde,
tan todo eso que odio,
pero aun así lleva en su mano mi atadura,
no sé si lo sabe,
o si lo ignora en su brevedad,
pero lo amo,
aunque me cueste poco y me pese mucho,
lo amo,
y eso me enferma.
con ambos brazos rotos,
con ambas piernas cercenadas,
con los labios tiesos y apagados,
pero nadie lo noto,
solo yo,
mas no llore,
eso me era imperdonable,
ya que yo yacía dentro de mí,
enterrada,
fugitiva de mis propios pensamientos
incautos y precoces,
fui una niña tierna,
alumbrada y febril,
pero eso no cambiaba nada,
seguía estando mi ser opaco presente todo el tiempo,
detrás de mí ojo izquierdo,
feroz,
debatido entre el exterior y los adentros de mi memoria,
abra de salir algún día,
me decía frente al espejo,
mas no lo deseaba,
eso era prohibido,
ya que si mi madre lo notaba entonces todo acabaría,
las tardes cálidas,
los amorosos abrazos,
todo,
y comenzaría el caos,
el hastió perpetua,
la falta de todo y las ganas de nada,
por eso sigo así,
escondida,
flagelada tras el rostro que me nombran,
y él,
la espina acertada,
el único que acaricia mis adentros,
el holocausto más hermosos de mi encrucijada,
él se ha ido,
¿a dónde?,
lo sé pero lo ignoro,
es tan complejo,
tan autoritario y cobarde,
tan todo eso que odio,
pero aun así lleva en su mano mi atadura,
no sé si lo sabe,
o si lo ignora en su brevedad,
pero lo amo,
aunque me cueste poco y me pese mucho,
lo amo,
y eso me enferma.
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