Inmóvil
Sentada
en medio de la oscuridad,
escucho
el silencio,
siento
mi miedo
el
temblor de la manos,
la
piel se rompe con el viento.
No
conozco de rostros,
ni de
formas,
hace
mucho que deje de mirar.
Intento
huir de esta silla
me
ata como amante desesperado.
En la
penumbra puedo escuchar
los
pasos que me siguen,
que
aún no me alcanzan,
que
deseo que lleguen,
que
tal vez son fantasmas.
Sentada
en la
ceguera del mundo
en la
habitación de los olvidados,
en la
continuidad de la sombras.
Sin
moverme
atada
a la silla,
espero
librarme de la amarras,
tal
vez otra silla,
nueva
excusa para la oscuridad.
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