lunes, 11 de enero de 2016

MIGUEL FLORIANO TRASEIRA




Primitiva elegía
                                             A Luis Llorente



En esta mansa noche de verano
en que la brisa y su manera de acoger la mirada
acercan el recuerdo, en ti
pienso de nuevo, inquieto niño
de ambiciones furtivas, desarmada
criatura de alas primorosas.

Si miro al horizonte, casi puedo
distinguir tu silueta: estás sentado
al borde de la orilla, con una caracola
pajiza entre las manos, esperando quizá
la caricia gentil de la marea.
En ese ayer, la tarde soleada
e inmortal nunca conserva para tus ojos
ángulos tristes: no es posible
descuidar la alegría si se es
aún enteramente asombro.

Saber quisiera
en qué rincón extinto de mi vida
exhalaste tu último suspiro
para dar paso al hombre que hoy habría
de ofrendar su tiempo a esta inquietud,
en qué recodo
lúgubre se apagó tu maravilla,
discreta y noble como el pulso de los álamos.

Saber quisiera en qué momento,
en qué momento abandonaste
las lindes de mi cuerpo. Ya sin ti
el porvenir es solo una plegaria.


De: Quizá el fervor


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