Aquí
no tocó vivir
La
dureza de este suelo
la pesadez
de este aire
la indiferencia
de esta gente
lo inhóspito
de esta calle.
Lo
infinito de este duelo
lo inacabable.
¿De
quién es esta tierra,
esta tierra
de nadie?
¿de dónde
este desierto
con oasis
culpables?
¿de dónde
este silencio
insoportable?
¡Que
de una vez reviente
el tímpano
de atrofia!,
la voz
llena de angustia
denuncie lo
imperdonable:
en este
estado de sitio
la vida
no tiene cabida,
en este
estado de coma
sólo llega
la carcoma
a comer
ansias de pobre.
¡Tierra
de nieblas perpetuas,
precaria aridez
de leguas
se ve
que de ti nada nace!
¿Quién
dice que mi madre
me ha
parido aquí?
¿en esta
casa escasa
que nunca
hogar será?
¿Quién
afirma
que esta
raza
de sequías
es la mía
que estos
hombres sin amor
habrán de
amarme?
¿Qué
defensa,
qué protección,
qué impermeable
puede tener
nadie,
contra la
nada abierta
la muerta
que celebra
su avidez
de niebla,
su gusto
de anular
lo que
despuebla?
¡Que
en balde hayas nacido
terreno baldío!
cobarde abandono
de agobio
y de frío
que tu
ruina expandes
como un
denso río.
Tierra
yerma, estéril, muerta:
¿qué culpa
tienes de ser infértil?
Hierbas
que espigan pronto
con pocas
lluvias y en poco tiempo
matando a
la belleza de otras
plantas que
quieren ser flores
en un
terreno incierto.
Aquí
no le toca vivir
a nadie,
solo queda
emigrar hacia
otra tierra
para respirar
otro aire.
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