lunes, 11 de enero de 2016

VIOLETA OROZCO




Aquí no tocó vivir



La dureza de este suelo
la pesadez de este aire
la indiferencia de esta gente
lo inhóspito de esta calle.

Lo infinito de este duelo
lo inacabable.
¿De quién es esta tierra,
esta tierra de nadie?
¿de dónde este desierto
con oasis culpables?
¿de dónde este silencio
insoportable?

¡Que de una vez reviente
el tímpano de atrofia!,
la voz llena de angustia
denuncie  lo imperdonable:
en este estado de sitio
la vida no tiene cabida,
en este estado de coma
sólo llega la carcoma
a comer ansias de pobre.

¡Tierra de nieblas perpetuas,
precaria aridez de leguas
se ve que de ti nada nace!

¿Quién dice que mi madre
me ha parido aquí?
¿en esta casa escasa
que nunca hogar será?

¿Quién afirma
que esta raza
de sequías es la mía
que estos hombres sin amor
habrán de amarme?


¿Qué defensa,
qué protección,
qué impermeable
puede tener nadie,
contra la nada abierta
la muerta que celebra
su avidez de niebla,  
su gusto de anular
lo que despuebla?

¡Que en balde hayas nacido
terreno baldío!
cobarde abandono
de agobio y de frío
que tu ruina expandes
como un denso río.
Tierra yerma, estéril, muerta:
¿qué culpa tienes de ser infértil?

Hierbas que espigan pronto
con pocas lluvias y en poco tiempo
matando a la belleza de otras
plantas que quieren ser flores
en un terreno incierto.

Aquí no le toca vivir
a nadie, solo queda
emigrar hacia otra tierra
para respirar otro aire.



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