martes, 5 de enero de 2016

VIOLETA OROZCO




Desde siempre


Me tendí sobre mi muerte
como si fuera el manto
envolvente de la higuera.
Me tendí sobre mi sombra
pensando que el vacío
no existía.
Y todas las imágenes
cayeron sobre mí como un meteoro.
Estaba todo tan lejos
que no podía tocarlo.
Todo era tan amplio
que no me alcanzaban los ojos
para mirar.
Sueños desterrados hemos sido.
sueños cayendo hacia su hoguera
de estrellas extenuadas.
Pero yo me tendí sobre mi muerte
como si fuera una piel abrigadora
porque pensé que mi muerte era un refugio
o una gran habitación sin muros
tan alta que las enredaderas llegarían a la nube más próxima
y podrían colgarse ahí como un columpio,
como un puente entre el estar y estar ausente.
Pero cuando me tendí sobre mi muerte
supe que era más grande que mi vida
y entonces tendí mi vida al pie de mi muerte
para volver a ganarla
y así pude atestiguar cómo mi muerte
rendida de ser ofrendada
se levantó del suelo y me dejó tendida
mirando la lluvia
desde el polvo constelado.



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