viernes, 20 de mayo de 2016

ANDRÉS FLORIT




Es la tarde ya sin prisa...



Es la tarde ya sin prisa
es la cama blanca que el sol ensucia
una claridad tan real como los dragones de siete cabezas
que me acompañan y me dan fuego
esa lumbre que necesito porque no tengo luz propia
y si vuelan y si eso hacen
me quedo como un viejo artefacto abandonado
flotando oscuro hacia no sé dónde
es mejor volver a la ciudad de todos los días
ahora hay un viento y un aire sin mácula
un amigo me dijo que así era en el Partenón la claridad
pero yo no sé nombrar los dioses
esta habitación tiene las persianas cerradas y no es suficiente                                       
para evitar los rayos que me recuerdan la orfandad
me gustan los viejos artefactos y el polvo que los protege                                                                
de la avería de la velocidad y el desasosiego
variaciones sobre la música de un sueño breve
que silencia las estatuas de la plaza casi vacía
es que un viejo y su radio a pilas
llenan el aire desnudo de palomas
cruza lento y tapa el sol con sus mantas
los pasos duran lo que un tren se demora en regresar
a la estación perdida de los relojes de agua
dibujos con grafito de una fruta viva que el invierno se llevó                                                                                                         
como a las letras de un abecedario cansado de estridencias
sogas tan difíciles de anudar cuando al fin el silencio
así me interno en las tramas que siempre olvido
     porque cada momento desajusta mi memoria
los músculos se estiran y se contraen    eso lo recuerdo
que los dedos teclean y que dejarán de hacerlo
pero el intertanto a veces ahoga como una fiesta de desconocidos                                 
como una llamada que nunca llega a tiempo
tejados al sol como lagartos tan quietos
y esos pinos que tan altos se mueven cuando los veo. 



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