Karakuri
En la
habitación no hay mucho más
que
un gigante en miniatura
una
esfera que al sacudirla
acciona
un resorte como un juguete
o un
reloj de cuerda. La pieza
ordena
los estados de ánimo
en
patrones intrincados como
los
anillos protectores de los superhéroes.
Basta
con hacerla girar
para
que los ojos del pequeño golem
titilen
como dos estrellas moribundas.
Oh
tótem protector
me
refiero al dictado de tu voz
al
inútil glacial interior cantando
en la
lengua desaparecida de los inviernos.
Si yo
fuera el gigante
estaría
calmo no sentiría vergüenza.
En el
temporal
el
frío bendice lo que congela
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