sábado, 24 de diciembre de 2016

MARCELO DÍAZ

  


Karakuri



En la habitación no hay mucho más
que un gigante en miniatura
una esfera que al sacudirla
acciona un resorte como un juguete
o un reloj de cuerda. La pieza
ordena los estados de ánimo
en patrones intrincados como
los anillos protectores de los superhéroes.
Basta con hacerla girar
para que los ojos del pequeño golem
titilen como dos estrellas moribundas.
Oh tótem protector
me refiero al dictado de tu voz
al inútil glacial interior cantando
en la lengua desaparecida de los inviernos.
Si yo fuera el gigante
estaría calmo no sentiría vergüenza.
En el temporal
el frío bendice lo que congela


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