El niño entre las olas
El
mar apareció
cuando
acabó la carretera:
una
playa escondida
llamada
Punta Ratón.
Arena
negra,
viento
asfixiado de sal.
Rompíamos
las olas
como
orugas necias
con
las manos llagadas por el agua.
Nos
gustaba aquel lugar
que
parecía el fin del mundo:
las
tardes eran largas
y el
sol se perdía
en
nuestra ropa abandonada.
Con
el tiempo conocimos otros mares
más
azules,
más
ajenos,
pero
este era de bronce
y
daba todo por ahogarnos.
Se
llama Océano Pacífico
ese
mar
que
comenzó en el sur.
Su
recuerdo
insiste
en
cegar nuestros ojos.
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