sábado, 15 de abril de 2017

CÉSAR DÁVILA ANDRADE




Los precios



Tú sabes lo que cuesta la pólvora
en el buitre del antílope, la tuma del oso
en el cajón del sastre. Tú sabes
lo que cuesta la goma
en la pata del pájaro, la cuerda en la casa
del relojero ciego. La cáscara de plátano
en el tobillo del Discóbolo. Tú sabes lo que muele
un solo cráneo entre dos horas consecutivas. Tú
sabes cuánto rueda el pan fuera de Misa. Tus niños
duermen en el hueco de la alfombra.

Tú sabes cuánto vale un huevo en equilibrio
sobre la palma de la Arquitectura.

Las nubes de fuego sobre el circo;
el Santo Espíritu, de pie, sobre
el ave que empolla.

Tú sabes lo que cuesta curarse la manderecha
con la izquierda
endurecida por los desmanes de la vida nómade.

Tú sabes lo que es vivir un pasadizo,
acaso garganta,
y no decir nada, ni esta boca es mía:
el idioma es pura madera en quechua,
y calla.

Entonces, sólo ir. Sólo andar.
Tú sabes lo que es andar todo el destino a pie.
Se grabará para siempre la cara del caballo.



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