Sangre
La
niña sangra y en hembra la transforman
y el
juego se suspende sin pausa y sin aviso.
Despiertan
sed sus nuevas humedades
y la
arena es barro en sus manos aún torpes.
Los
perros domésticos hociquean su sexo
intolerantes
al disimulo de una sangre
que
cambiará de color en cada parto.
Los
ojos de la niña se espesaron
ya no
ve ramos de transparencias en el aire.
De: “Las niñas del espejo”
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