Santini
La
penumbra fue un delator imprevisto
en la
suposición del destino en ese restaurant de Bromma
con
ese regla que se infiltra entre las sombras
demasía
de hielo perpetuo en tu mutismo
ante
la dermis que suplica y se deniega.
Cuando
el cosmos se agotaba progresivamente en el reflejo
y el
resuello de la tarde se frustraba en tu reposo
y así
satirizaste la quietud del todavía
tal
si invadiésemos en refugio mórbido del adiós
con
la visita de la muerte en ese restaurant de Bromma.
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