miércoles, 17 de mayo de 2017

EUGENIO MONTALE




La casa de los aduaneros



Tú no recuerdas la casa de los aduaneros
sobre el cantil a pico en la escollera:
desolada te espera desde la noche
en que entró el enjambre de tus pensamientos
y allí se detuvo, inquieto.

El ábrego fustiga desde hace años los viejos muros
y el sonido de tu risa ya no es dichoso:
la brújula gira enloquecida a la ventura
y el cálculo de los dados ya no resulta.
Tú no recuerdas; otro tiempo trastorna
tu memoria; un hilo se devana.

Aún sostengo una punta, pero la casa
se aleja y sobre el techo la veleta
ahumada gira sin piedad.
Sostengo una punta, pero te quedas sola
y no respiras aquí en la oscuridad.

¡Oh el horizonte en fuga, donde se enciende,
extraña, la luz de la nave petrolera!
¿El paso es éste? (Aún resurge el oleaje
sobre el precipicio que se derrumba...).
Tú no recuerdas ya la casa de esta
noche mía. Y no sé quién se va y quién queda.



De: “Las ocasiones”

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