Porto-Vigo
Durante
toda mi juventud en el autobús
vi mi
luz encendida y todas las demás apagadas.
Vi mi
tiempo entrando en el tiempo de los otros.
¿Cómo
decir que te estaba buscando
cada
madrugada, vigilando el sueño de los demás?
Creo
que en otro tiempo los hombres
se
sentaban junto a los caminos de día y de noche
para
ver pasar jóvenes como yo hacia la guerra.
Durante
toda mi juventud yo me ocupé
de que
alguien me viese venir.
Creo
que las palabras deben ser lavadas una por una.
Odié a
aquellos que me hicieron creer
que
habíamos descubierto el mundo juntos
cuando
sólo yo lo sufrí.
¿Quien
pasa el dolor, como una madre,
posee
más? No lo creo.
Y sin embargo
este poema habla de eso.
Un
hombre deja su vida
y llega
hasta mí, toma la palabra,
la
huele, la prueba, la saborea.
Yo le
digo, qué bello el hombre como tú
que no se cree nada.
Él
dice, qué necesario el hombre como
tú
que se lo cree todo.
Cómo le
cuesta al hombre que no cree en nada
dejar
la palabra.
Cómo le
cuesta aceptar
que no
va a creer en nada nunca más.
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