Uno
Desde arriba del cuerpo comienza el
dominio o la salida.
Ninguna
mirada desde lo alto nos abarca
sin la
observación de nuestra pequeñez.
Ahora
siento: Toda la calle
es una
imagen que me duerme
en los
objetos, en los deseos: Zapatos, carnes, colchones…
Así,
hasta la noche, tirado en cruz, mirando al cielo:
–
tapado por un techo y más arriba
– tapado
por las nubes y más arriba
–
tapado por la imagen de una cruz que me rige.
Desde arriba del cuerpo, con paciencia,
para entrar y salir.
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