Para todo lo demás
No
entiendo esa propaganda.
Las otras
sí. Las de antes.
Nos
divertimos
de
sobremesa comentando
propagandas
viejas.
La
emoción fácil de
tararear
jingles.
Evocamos
productos,
usos y
costumbres
un pasado
compartido
de
afiches y slogans.
En el
aire, en las calles,
en
parques y escuelas
la
publicidad arrastra
palabras
nuevas, ideas nuevas.
Relucen
como
trocitos de vidrio,
como
piedritas gastadas
por el
agua,
se han
ido cayendo de carteles,
radios y
televisores.
En la
casa de la
propaganda
se han refugiado
algunos
poetas.
Han roto
los baños
y
vaciaron la heladera.
Duermen
en el piso
y meten
los dedos sucios
en sus
frascos de colores.
No
entienden la propaganda.
Dicen que
es más fácil leer poesía.
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