martes, 10 de octubre de 2017

ANDREA OCAMPO




Para todo lo demás



No entiendo esa propaganda.
Las otras sí. Las de antes.
Nos divertimos
de sobremesa comentando
propagandas viejas.
La emoción fácil de
tararear jingles.
Evocamos productos,
usos y costumbres
un pasado compartido
de afiches y slogans.
En el aire, en las calles,
en parques y escuelas
la publicidad arrastra
palabras nuevas, ideas nuevas.
Relucen
como trocitos de vidrio,
como piedritas gastadas
por el agua,
se han ido cayendo de carteles,
radios y televisores.
En la casa de la
propaganda se han refugiado
algunos poetas.
Han roto los baños
y vaciaron la heladera.
Duermen en el piso
y meten los dedos sucios
en sus frascos de colores.
No entienden la propaganda.
Dicen que es más fácil leer poesía.


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