Ecos
Mordida
por su edad
mi abuela
le habla al anterior
que la
vio por mis ojos:
¿No te dolió jamás
dejarme así, con cinco niños?
¿No nos pensabas nunca?
Me siento
culpable del silencio
que mi
rostro, antes de mí, guardó
pero le
aclaro: amor, yo soy tu nieto,
el primer
hijo de tu hijo menor,
soy el
que vive lejos.
Ya decía yo, me dice, que no tenía sentido
que yo fuera una vieja
y tú siguieras igual.
Me abraza
con alivio,
como si
esa conversación
entre
nosotros
acabara
pero
sucederá, como es costumbre,
la
siguiente vez que nos veamos.
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