La realidad
me
impide escapar
del
abismo que es mi lecho,
en un
intervalo cada vez más largo
la
jornada se construye extenuante,
siento
el cristal del crepúsculo
trazar
al periplo de las aves,
percibo
en las motas de polvo
que no
hay oxígeno que me alimente,
pienso
en el abatimiento de los muebles,
observo
cómo un cementerio de silencio invade mis horas,
no
puedo evitar envenenarme de retiro
y
afuera
el
mundo amplio
eterno
continúa
rodando siempre.
De “Escuela del vértigo”
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