Mudar de piel
Lo
difícil es mudar de piel
la
primera vez.
Después…
oteas
como un diafragma fotográfico
el
cuerpo, su intemperie.
Luego,
las clandestinas caricias,
las
voces en murmullo,
los
besos tras la puerta
que te
obligan a buscar una isla blanca
en
marejadas de olvido.
Al
mudar de piel, vuelves a sentir,
te izas
como vela.
En tus
sábanas blancas
el
mundo es tuyo otra vez.
Lo más
difícil es arrancar raíces,
dejar
trozos del rompecabezas.
No
colgar el bolso de cuero
cuando
ves la cama vacía…
Sabes
que emigras a una nueva piel.
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