A otra más cruel
Ella no
duerme nunca,
hace
ronda en mi pecho.
Ella
respira música
entre
líneas de sangre y deterioro.
Va montada
en el lomo
oscuro
de los pianos,
o se va
cabalgando
yeguas
de la noche.
Hay
voces que no duermen
al otro
lado estos muros.
Ella no
tiene rostro,
su
cuerpo se desprende de mi cuerpo;
es la
bestia que pugna por salir de mi pecho.
De: “Canción del navegante de si mismo”
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