La invitación
Un
adónde de sombra, un pozo vivo
graznando
como un pájaro violento,
a veces
me aparece a la hora incierta,
al alba
fría, espantadora de otras
criaturas,
y me empuja de nuevo.
Porque
yo estoy demás entre los seres
que
usan la alborada, estoy de sobra,
triste
junto a la mesa recién puesta
de la
resurrección. ¡Ah! no podría
a mi
antojo domesticar la angustia,
hasta
hacerle sangrar la alternativa
de una
estrella brillando sobre el día.
Acaso
voy entre soñada y muerta,
arrastrando
una historia donde tiembla
la
cabeza muriente de la luna,
pero
llevo el anillo, esa corona
del
otro reino, para no olvidarme.
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