El otro invierno
Las voces
de mis primas arden en dirección a un enero que se fue.
Todas
reencarnadas, pequeñas leyendas,
ubicándose
en el agua donde eran más duendes que mujeres:
Imitaciones
vagas, un cuadro de Renoir,
carreras
en el patio donde devorábamos el asado navideño.
Vuelve
a repetirse el mismo sol en sus muslos
después
de doce años,
esa
lucha por parecernos a parientes remotos
como si
nada hubiera sucedido.
Y eso
de usar siempre los mismos disfraces.
También
una danza que ya no recuerdo y afiches religiosos,
con los
magos que regresan de una historia diferente cada día,
con
imágenes de leones muertos
y ese
bombardeo en los órganos sexuales,
y el
mismo final en boca de hijos imaginarios;
fotografías
viejas que empiezo a destrozar en el cuarto
de una
húmeda pensión en Diez de Julio, reteniendo el aire,
mientras
miro, inmóvil, los huesos en la pared.
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