Aparición de Karen Devia
“de una mano a otra mano solíamos viajar”
Enrique Lihn
Regresa
el lenguaje, los sonidos de vocales; intensas,
la
melancolía de partir y ser un conejo errante,
lleno
de pieles extrañas;
ser un
cóndor también
en lo
alto de una montaña,
llenar
el caos con el misterio
de sus
preguntas;
una
especie espejo en un trapecio
con sus
ojos de poeta,
con sus
labios de aleluya;
leer
las venas de la soledad
como
quien escucha a Mozart
recostado
en un eucaliptos.
Aprendo
de ella de la inmortalidad, el significado de ser lúdico,
volver
a actuar en el escenario del mundo
con mis
orejas heridas
y el
tacto de la urbe.
Viajar
en su poeta móvil es un viaje al infinito,
cerros,
calles rojas, hospitales,
fotocopias
de los adverbios que no quedan,
la
humedad de sentirse huérfano, pero diáfano,
con
ecos aún del hospital psiquiátrico.
Estacionamos
con Karen Devia, sacan partes
a su
tierno poeta móvil, están a punto
de
quitarle su nave espacial.
Actúa
frente a carabineros de Chile
como
Elizabeth Taylor en “Un tranvía llamado deseo”,
me
habla de sus hijas como una gatita
llena
de lluvia y de sus amores etéreos .
Karen
atraviesa enormes túneles
con sus
distintos personajes.
Tac,
como siempre, me guiña el ojo,
y me
dice que Ella es un cántaro,
una
ruta donde no van
aviones
ni embarcaciones.
Entonces,
regresamos al cerro Yungay,
a mi
refugio atómico,
lleno
de caracoles, lámparas difusas,
fantasmas
lácteos;
y se
despide con un abrazo de tórtola.
Tac me
habla de lugares lejanos,
como un
mediodía de nieve en Toronto,
una
calle sin salida en Buenos Aires,
de un
loco pingüino de Punta Arenas,
de un
bote con alas de Chiloé,
de una
roca de almácigos mustios en Chuquicamata,
el
oleaje de ríos verdes en Santiago.
Pero es
Valparaíso, me dice, el mundo real.
Karen
avanza toda velocidad
y me la
imagino arriba de un árbol
dirigiendo
un coro de duendes amarillos;
la
imagino atravesando la nada.
Chao
Karen, le decimos con Tac,
y me
lleva a la habitación
donde
aún hay huesos inmóviles
de este
mundo y del otro.
4 de octubre de 2009
Centro terapéutico Pablo Neruda
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