XXV
Para no
desaparecer asido
de las
escaramuzas colectivas
indecisos
pues de la manzana
dices
–dejáramos- la raíz secreta
alcanzada
en la navaja de las batallas:
era caer, digo caer por no decir desierto
digo luz por las campanadas de la pérdida (el tiempo,
las huellas de sus ojos, por supuesto)
yo era el aire por aquello de la sima física
yo era un yo por aquello de la continuidad
y las aguas y los asideros
y las ruecas.
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