martes, 11 de junio de 2019

ALFONSO VALENCIA





Las iglesias de esta ciudad
ya no son santas.
Dios se mudó de ellas
hace tanto
que todos olvidaron ya
su aroma.

En las paredes
muerte: imágenes de milagros que no sucedieron.

Sus portones,
ahora que no guardan oro ni vino,
siempre están abiertos.
De vez en vez,
algunos van a morir sobre sus bancas.
Se sientan y esperan.
Saben que no vendrá nadie.
No habrá latigazos.


De: “Las cosas que no sucedieron”



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