miércoles, 24 de julio de 2019

EDWIN MADRID





Fina y desvergonzada  Leuca, háblame de esa muchacha saltarina, más vivaz que ardillita de bosque, que escribe con gracia poemas lúbricos y candentes. Pues cierta noche, la muy bribona me mantuvo desnudo sobre la cama y ni siquiera se desprendió de la cinta que adorna su cabellera.


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