IV
Cada
vez hay menos territorio para perpetuarse agua.
La
fura de mi carne bebió de un trago su hendidura densa
Anochece.
El
vacío me abruma los párpados.
A
media luz
presiento
lo que nunca acaricié
¿o
lo que no seré capaz de dar?
Hambrienta
ella
me confía que me mantendrá impura.
Entonces
la
mujer
insiste
anónima.
Arrasa
con
voracidad.
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